Pasar tiempo todos los días con nuestros hijos en un contexto sin distracciones permite construir desde la infancia múltiples factores de protección, según los expertos.
La prevención comienza en casa
La mayoría de los padres que estén leyendo esto pensarán que su hijo ‘no va a ser de esos’. Ese pequeño encantador y charlatán o esa cría divertida y cariñosa no pueden transformarse en solo unos años en alguien, casi, desconocido para el progenitor. Y es muy probable que sea cierto. Pero nadie está a salvo de una mala adolescencia. Los expertos recomiendan no esperar a que existan problemas para tratar de atajarlos, sino prevenirlos desde la infancia intensificando esfuerzos en la preadolescencia. Fernández-Artamendi aconseja una estrategia muy sencilla y eficaz: “Pasar una hora todos los días con ellos en un contexto sin distracciones (televisión, móviles); por ejemplo, la hora de la cena. Permite construir desde la infancia múltiples factores de protección relacionados con la supervisión parental: una relación de confianza, un mejor apoyo familiar percibido, desarrollo de habilidades sociales… De esta forma, cuando los problemas surjan en la adolescencia, será más fácil detectarlos de forma temprana y la relación establecida hará más fácil poder resolver los problemas de forma efectiva y sin (muchos) conflictos”.
Alemany se refiere a Factores de Protección. “Desde diferentes ámbitos se puede potenciar el desarrollo de este tipo de factores o habilidades para la vida que protegen frente a los consumos”. Se refiere a transmitir valores y actitudes positivas hacia la salud, claro. Pero también a ayudarles a crear su propia personalidad: “Fomentar la capacidad para tomar decisiones, la responsabilidad, enseñar habilidades para combatir la presión de grupo, la presión social hacia los consumos, crear un agradable clima familiar, transmitir un compromiso con la comunidad”. Por otro lado, la directora técnica de la FAD se muestra favorable a dar una información clara y objetiva sobre lo que son las drogas y sus efectos. “Si no lo hacemos por miedo a despertar curiosidades, estaremos fomentando esa curiosidad, y además nos arriesgaremos a que se busque esa información a través de otras fuentes, quizás no lo suficientemente preparadas”, como los amigos, Internet o películas que dan una imagen distorsionada.
Y en caso de que tengamos la intuición o la certeza de que algo está pasando y que se nos está yendo de las manos, hay que actuar y no dejar que el conflicto se cronifique. “Es preferible responder de forma temprana, y que el psicólogo nos dé algunas pautas ‘básicas’, que esperar en exceso. Es frecuente que en la clínica se reciban familias con múltiples problemas con sus hijos/as tras llevar años arrastrando conflictos”. Como en todo, lo difícil es mantener el equilibro: “Es importante tener en cuenta la edad que tienen y que no “patologizar” conductas que por otra parte pueden ser habituales o típicas en adolescentes, al menos en nuestra cultura”, añade Fernández-Artamendi.
Dos caras de la misma moneda
Todo esto hay que manejarlo teniendo en cuenta que en la adolescencia afloran muchos problemas de salud mental. El profesor de la Universidad Loyola afirma que “pueden ser problemas más o menos comunes en adultos, pero pueden enquistarse e incluso agravarse durante la infancia y adolescencia”. Hablamos de síntomas de ansiedad, tristeza, síntomas psicóticos, problemas alimentarios, pensamientos de tipo obsesivo-compulsivo, conductas antisociales.
Pues bien, estas patologías mentales tienen una relación muy estrecha con el consumo de sustancias nocivas. Sergio Fernández-Artamendi “Un chaval joven con ciertos problemas de salud mental tiene más probabilidad de utilizar sustancias o de desarrollar conductas adictivas como forma desadaptativa de lidiar con ese malestar psicológico, y probablemente de derivar en un consumo problemático. De la misma forma, el consumo de sustancias y las conductas adictivas pueden generar pensamientos, emociones y consecuencias psicosociales negativas que deriven en problemas de salud mental como ansiedad, depresión, etc. A menudo, esta relación es interactiva”. O de “influencia mutua”, como dice Eulalia Alemany.
La Directora Técnica de la FAD hace hincapié en “el consumo extendido y normalizado del cannabis en la población adolescente”. Esta sustancia puede suponer “trastornos mentales psicóticos, aunque parece que para que se den tiene que haber cierta predisposición genética en la persona”. En cualquier caso, “algunos expertos indican que la mayoría de los ingresos de adolescentes por trastornos psicóticos tienen asociado un consumo de cannabis”. Siempre teniendo en cuenta que la relación causa-efecto no está demostrada.
En parte se puede decir que es un poco como el dilema del huevo y la gallina. No siempre es fácil saber qué empieza antes. Pero sí que “todos los consumos de drogas pueden desencadenar un trastorno mental o agravar uno ya preexistente”, confirma Alemany. Es decir, hay que estar atento a si los chicos consumen. Pero también a si tienen algún tipo de problema de salud mental previo.
https://elpais.com/mamas-papas/2021-06-30/prevencion-del-consumo-de-drogas-en-adolescentes-consejos-para-padres-y-madres.html#?rel=mas
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